Hay expresiones que marcan más que otras, y una de las que más huella deja es la de
“perder el culo” (por algo o por alguien).
Hace unos añitos, por ejemplo, yo perdía el culo por Alaska y Fangoria (Camilo Sesto revisited)... Ahora, echando la vista atrás, me parece ridículo y hasta enfermizo, y es que perder el culo por tus ídolos puede llegar a ser un sacrificio demasiado grande...
Por supuesto, si lo queréis traducir al inglés o francés, nada más fácil:
“Losing one's butt for someone”
“Perdre le cul pour quelqu’un”
Hay expresiones que marcan más que otras, y una de las que más huella deja es la de
“perder el culo” (por algo o por alguien).
Hace unos añitos, por ejemplo, yo perdía el culo por Alaska y Fangoria (Camilo Sesto revisited)... Ahora, echando la vista atrás, me parece ridículo y hasta enfermizo, y es que perder el culo por tus ídolos puede llegar a ser un sacrificio demasiado grande...
Por supuesto, si lo queréis traducir al inglés o francés, nada más fácil:
“Losing one's butt for someone”
“Perdre le cul pour quelqu’un”
¿No habría que empezar a revisar los dichos populares?
¿No habría que empezar a revisar los dichos populares?
En estos días de tanto follón y ajetreo, se me ha dado por pensar en mi situación un poco al margen de todas estas fiestas laborales y otras grandes movilizaciones del año. La Navidad ha pasado de ser algo mágico, exasperante, para convertirse en algo que sucede de manera paralela a mis propios ritmos de trabajo y diversión. Como una especie de música de fondo que ni molesta ni prácticamente oyes.
Creo que sí.
Podemos trabajar sólo en lo que sea de nuestro agrado y suponga un reto o una necesidad básica (comida, casa).
Como tenemos horarios más flexibles, tenemos más tiempo para seleccionar y rodearnos de gente que nos ayude a exprimir vivencias y desenterrar pequeños tesoros que sólo otra persona es capaz de mostrarnos (el espejo de los demás).
Y luego tenemos todo este tiempo muerto que antes pasábamos en el metro o esperando en andenes, en aeropuertos (hubo una época en la que estaba siempre esperando en algún sitio para marchar a algún otro) y que ahora podemos dedicar a diseccionar, hurgar, explorar, reflexionar, tocar...
Lo único que falta en esta hermosa estampa griega es un pequeño huerto donde cultivar nuestras propias cebollas y una cabaña grande para recibir a los nuevos peregrinos ;)
¡Este va a ser un gran año!
En estos días de tanto follón y ajetreo, se me ha dado por pensar en mi situación un poco al margen de todas estas fiestas laborales y otras grandes movilizaciones del año. La Navidad ha pasado de ser algo mágico, exasperante, para convertirse en algo que sucede de manera paralela a mis propios ritmos de trabajo y diversión. Como una especie de música de fondo que ni molesta ni prácticamente oyes.
Creo que sí.
Podemos trabajar sólo en lo que sea de nuestro agrado y suponga un reto o una necesidad básica (comida, casa).
Como tenemos horarios más flexibles, tenemos más tiempo para seleccionar y rodearnos de gente que nos ayude a exprimir vivencias y desenterrar pequeños tesoros que sólo otra persona es capaz de mostrarnos (el espejo de los demás).
Y luego tenemos todo este tiempo muerto que antes pasábamos en el metro o esperando en andenes, en aeropuertos (hubo una época en la que estaba siempre esperando en algún sitio para marchar a algún otro) y que ahora podemos dedicar a diseccionar, hurgar, explorar, reflexionar, tocar...
Lo único que falta en esta hermosa estampa griega es un pequeño huerto donde cultivar nuestras propias cebollas y una cabaña grande para recibir a los nuevos peregrinos ;)
¡Este va a ser un gran año!
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