Studio 2011 y el sonido de los pajaritos
Supongo que será cierto eso que dicen de que a nadie le gusta cambiar, a menos que se vea forzado a ello. La prueba la tenemos en el calentamiento global: no empezaremos a hacer nada hasta que nos veamos con el agua al cuello.
Otro ejemplo de reticencia al cambio, aunque no tan planetario como el anterior, me ocurrió la semana pasada con una traducción-adaptación de un folleto comercial que debía realizar en un formato que no admitía mi vieja versión de Trados SDL 2007. Tengo que decir que ya hace varios meses que unas lucecitas rojas me apremiaban a actualizar mi versión (como, por ejemplo, las indirectas de otro cliente), pero fiel a mi principio de no hacer nada hasta no verme realmente contra la espada y la pared, decidí hacer caso omiso y tirar millas.
Pero esta semana todo cambió, arrastrándome también a mí en el cambio.
Tenía 3 días para entregar el trabajo y mi vieja herramienta ya no servía. Así que en esos 3 días tuve que actualizar mi licencia, aprender a manejar el nuevo Trados Studio 2011, que, horror de horrores, tiene una interfaz completamente distinta al anterior (adiós automatismos de más de 10 años), y de paso hacer el trabajo... Me dije que nunca más me volvería a ocurrir... que la próxima vez me adelantaría a los acontecimientos... que más vale prevenir que lamentar... bla-bla-bla... Hace una tarde increíble, el sol brilla y corre una ligera brisa. Por la ventana me llega el sonido de los pájaros... por un momento, el tiempo se detiene y por un momento, sólo por un momento, mi mente se desliza hacia aquel verano del 78.