1. La traducción no es nunca el problema, aunque sí puede serlo el método que utilicemos para traducir o la actitud que tengamos.
2. Si se quieren encontrar nuevos clientes o clientes mejores, hay que salir a buscarlos. Pensar simplemente que se necesitan nuevos clientes no suele dar muchos resultados.
3. Comete el máximo de errores posibles y vete documentado esos errores. La mejor manera de aprender es a través de la propia experiencia.
4. Demuestra entusiasmo y pasión en lo que haces. Si alguien te pregunta en qué trabajas no te limites a decir “soy traductor”. Sé un poco más creativo y despierta la curiosidad del que te escucha: “pongo en contacto a empresas extranjeras con clientes potenciales en España”, “ayudo a empresas extranjeras a vender sus productos y servicios en el mercado español”...
5. Ser traductor no es un simple trabajo y tus traducciones no son simples traducciones.
6. Si por casualidad consigues hacerte con “la madre de los proyectos”, atribúyelo a tu capacidad de planificación y a tu estrategia, no a
7. Despréndete de los viejos hábitos que adquiriste en la facultad de traducción y en tus trabajos posteriores y emprende cada nuevo proyecto de traducción como si fuera el primero. La idea es decir adiós a los automatismos y huir de estilos pseudoadministrativos y encorsetados.
8. Recuerda que cualquiera que sea el tipo de traducción, el resultado tiene que persuadir, atraer y convencer. Categoría: Opinion.
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