Nunca está de más revisar de vez en cuando nuestra forma de traducir, reelaborando y adaptando constantemente nuestros métodos. De momento intento seguir la teoría interpretativa que defendía Marianne Lederer, antigua directora de la escuela de traducción ESIT. Sus conceptos clave son los siguientes:
Primero hay que comprender el texto original, desverbalizar su forma lingüística (alejarnos de su forma original quedándonos con el sentido) y expresar en nuestra lengua materna las ideas comprendidas y los sentimientos experimentados al leer el texto original.
Imaginemos que estamos en un contexto oral. La desverbalización es la comprensión de todo lo que dice nuestro interlocutor sin tener que recordar todas las palabras pronunciadas. En la traducción la desverbalización sería muy importante ya que comprenderíamos todo el texto en otro idioma sin “contaminarnos” por los signos lingüísticos de ese idioma, lo que nos permitiría expresarnos más libremente en nuestra lengua materna.
El sentido no es la suma de palabras que leemos sino el conjunto desverbalizado, al que se unen nuestros conocimientos extralingüísticos. Así, detenerse en la semántica de una palabra repercute negativamente en el aspecto cognitivo (la comprensión del sentido). Al detenernos demasiado en una palabra conferimos de nuevo a dicha palabra toda su carga de posibilidades semánticas que nos sumergirán en la lengua y nos harán olvidar el texto. Y la traducción no se hace palabra por palabra, o frase por frase, sino en unidades de sentido. Por ello, cuando trabajamos con ayuda de herramientas de traducción, a veces tenemos que convertir una frase en dos, o dos en una.
El traductor se apoya en sus conocimientos extranlingüísticos para identificar el tema tratado, la época de escritura, el público original y el espíritu del texto. Para transmitir fielmente la idea y los sentimientos del texto debemos descubrir qué quiso decir el autor (eso delimitará el significado de términos de los que no estamos muy seguros o que quizá el autor no haya utilizado correctamente), aunque esto no significa inventar ni realizar cábalas que nos alejen del texto original.
Para resumir, la idea de Marianne Lederer consiste en transmitir ideas en lugar de palabras. Para lo cual, hay que comprender perfectamente el texto original, tanto lo que dice como lo que no, olvidarse completamente de los signos lingüísticos utilizados para luego regurgitar la misma idea como si hubiera sido pensada originalmente en el idioma de destino.
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