Recientemente, se ha presentado el libro Palabras, normas, discurso. En memoria de Fernando Lázaro Carreter, que recopila el trabajo de 90 profesores e investigadores de diferentes universidades.
Todos sabemos que las lenguas son lentas y tardan en incorporar las novedades tecnológicas, económicas o sociales a los diccionarios (y, a veces, cuando al final incorporan alguna novedad, ésta ha dejado de utilizarse: el caso de los buscas). Pero a pesar de su lentitud, un idioma no puede ir en contra del "espíritu" del idioma, tal y como lo entiende Álex Grijelmo en El genio del idioma. Y, sin embargo, Lázaro Carreter defendía el uso de “elite” en lugar de “élite”, partiendo de la base de que se trata de una grafía francesa que se pronuncia [elit], lo que es cierto, pero quizá sin darle importancia al hecho de que este término es un semicultismo que no había entrado a través de las antiguas vías orales utilizadas por "jardín", "jamón"... sino que había penetrado mucho más tarde, y mediante la escritura. Otro caso algo chocante para el hablante y que Lázaro Carreter defendía sería decir "los antípodas" en lugar de "las antípodas". Las dos opciones están reconocidas, aunque la primera resulta algo cacofónica y un tanto extraña, ajena. Quizá se haya incorporado tarde a los cambios que hicieron que palabras como “el vigía” hayan pasado sin problemas el tamiz del espíritu de la lengua.
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