Las palabras definen lo que vales
Ojeando algunas revistas como Diseñart, uno se da cuenta de que no todas las palabras son iguales, en el sentido de que tampoco todas las personas son iguales, por mucho que luego haya cuerpos legales, léxicos y gramáticas que intenten garantizar una mínima convivencia.
Tomemos, por ejemplo, la palabra "luminaria". Si eres un diseñador o tienes una tienda, coges cualquier lámpara, la llamas "luminaria" y de repente puedes pedir por ella 3.000 euros más de lo que valía si se queda simplemente en "lámpara".
Otro caso evidente es el de "estilista" en lugar de "peluquero". Por una razón
evidentemente léxica, el estilista cobra mucho más que el peluquero, haciendo los dos el mismo trabajo...
Quizá deberíamos deshacernos del nombre de "traductor", que poca más gracia tiene que "chupatintas", y elegir algo más refulgente y titilante que entrara dentro de la categoría A del diccionario. La categoría de los que más cobran. Algo así como "estilista lingüístico" o "transmisor de contenidos".
Foto de ligs.Etiquetas: nombres, traductor