Que yo recuerde, en España siempre hubo una fascinación por todo lo que sonara a inglés. Hasta cierto punto era lógico, y es que Estados Unidos era un referente en casi todos los movimientos sociales, culturales, económicos y tecnológicos: la informática, la conquista del espacio, la ecología, la liberación sexual, el pacifismo, los derechos humanos... todo parecía venir de allí.
Eran los años 70 y principios de los 80, Estados Unidos era un referente en todo el mundo, y California la tierra soñada donde siempre brillaba el sol.
A pesar de todo, al llegar aquí, los productos de EE.UU. adquirían un toque local inconfundible, que los hacía muy próximos. Así, de pequeño jugaba con el Comecocos, y leía los tebeos de
Ahora, Estados Unidos está lejos de liderar ningún avance social y la Diplomacia americana hace lo que puede para no empeorar aún más la imagen del país en el extranjero (la peor desde que existen las estadísticas). Y sin embargo, si el videojuego Pac-man se hubiera lanzado ahora, no se haría el menor esfuerzo para localizar el título. Incluso cuando salen nuevas versiones de productos antiguos –como le ocurrió a
Embobados que estamos ante la belleza de lo incomprensible.
Pero creo que estoy subestimando el alelamiento general de los jóvenes, a los que supongo, sin ningún fundamento, una cierta curiosidad estética por las sonoridades extrañas.
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