Mi palabra y mis pelotas
El mundo de machimanes de los videojuegos forma un rosario de sutilezas amorosamente engarzadas. La última publi para el videojuego Scarface en la revista FHM reza lo siguiente: “Lo único que tengo en este mundo es mi palabra y mis pelotas” (y más abajo, provocando un suspense de lo más teatral) “¡y nadie me las va a romper!”
Hasta a mí, que no me van mucho los videojuegos, se me hinchan las pelotas nada más leerlo...
Y digo yo, ¿por qué “mi palabra”?
Pues, sencillamente porque la palabra es imprescindible para dar instrucciones a tu cerebro de chorlito para que cojas la bazooka, aprietes bien los dientes y dispares esa ráfaga bienhechora y orgásmica.
Porque sin las palabras no habría cadáveres esparcidos por el suelo, ni municiones que tirar, ni rubias pulposas a las que ir empalando por el camino... Sin las palabras, quedarían sólo los gruñidos y una especie de nebulosa confusa y atónita, como un cuadro de Rothko, pero sin la figura del espectador que pudiera descifrarlo o interpretarlo (cojerlo y hacerlo suyo)... Y nadie quiere jugar con nebulosas fantasmas.
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