1. Apúntate a una piscina o a un gimnasio y vete, al menos, tres veces por semana. Míralo así: si estás agobiado de trabajo, te servirá para relajarte, y si no tienes nada que llevarte al teclado, será tu pasaporte para ese cuerpo que siempre quisiste tener.
2. No contestes a ninguna oferta de traducción que venga con una dirección hotmail, yahoo, gmail... (si la agencia/empresa no puede pagarse un dominio propio tampoco te podrán pagar a ti, que eres mucho más caro).
3. Inscríbete en una asociación de traductores y participa de forma activa, ya que la sociedad funciona a través de grupos de presión (como somos traductores, pasamos de llamarlos lobbies).
4. Para desconectar, ve al menos una vez cada dos meses a un balneario a someterte a una cura de reposo (también es válido lo de emborracharse, saltar en paracaídas o hacer el paripé de dejar a tu pareja y luego volver a juntaros... te desestresas y luego vuelves como nuevo).
5. La oficina de objetos perdidos es un lugar mágico. Evita llevar toda esa magia a tu escritorio.
6. No te pongas a trabajar con bata de franela y zapatillas. Sé un poco más creativo. Piensa que eres Bridget Jones o Matías Prats y que hoy vas a arrasar en la oficina. Como te sientas por fuera repercutirá en tu trabajo interior.
7. Ten siempre cerca un espejo de mano y repite: “¿Quién es el mejor traductor?” (La confianza en uno mismo es fundamental para sacar adelante ese proyecto que nunca debiste aceptar).
8. Si no te sientes muy motivado ni inspirado, deja lo que estés haciendo y sal a la calle a dar una vuelta. Si es por la mañana, llama a uno de tus amigos funcionarios (muy raro que te digan que no).
9. Los gatos y los perros son muy cariñosos y hacen mucha compañía. Si tienes uno, regálalo.
10. Si tienes pareja e hijos, mantenlos lo más alejados posibles de ti. Todavía no lo sabemos con seguridad, pero puede que lo de traducir sea contagioso.
11. ¿Te acuerdas de aquellos cines de arte y ensayo de tu juventud? Evítalos como la peste. Para paranoias ya te llegan tus traducciones.
12. Pierde un poco el tiempo de vez en cuando, ya sea escribiendo una absurda, pero divertida, lista de consejos o leyendo los que han escrito otros traductores en sus ratos tontos. Al hacerlo, convéncete de que es parte de tu trabajo (aunque sabes que es mentira). Además de disfrutar más, te quitarás de encima el sentimiento de culpa por haber ¿perdido? el tiempo (Héctor).
(to be continued...)