El libro-faro
El valor simbólico de este libro es enorme, al menos desde un punto de vista personal. Lo vi por primera vez en 1994 en el escaparate de una librería de Valladolid, donde estaba haciendo la mili, y aunque no soy de los que creen en el amor a primera vista ni en las iluminaciones marianas, para mí fue una especie de Revelación.
Entré en la librería (tengo un sentido de la orientación pésimo, pero estoy seguro de que si me volvieran a soltar ahora por Valladolid, daría con esa librería, que desde entonces forma parte de ese imaginario particular que cada uno se va creando) y lo compré. En aquellos días, el ambiente era más propicio para pasar las tardes con Los Vigilantes de la Playa o emborracharnos en los bares alrededor del Campo Grande que en compañía de Peter Newmark. Pero la idea ya estaba ahí, germinando, sólo era cuestión de tiempo.
Eclosionaría cuatro años más tarde, cuando dejando un trabajo fijo en Ourense (algo impensable en una época con 20% de paro), me lié la manta a la cabeza y fui en busca de mi sueño... Esa especie de certeza que sólo se tiene una vez en la vida (pues sí, la frase no es mía, es de Los Puentes de Madison)... Para que luego digan que esto de traductor no es vocacional.
Le debo mucho a este libro, quizá no tanto por lo que me enseñó (es un libro algo teórico y en aquella época aún no estaba preparado para asimilar tantos conceptos nuevos), sino por el camino que me fue marcando. Por eso, creo que cada uno debería encontrar su propio P. Newmark.
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