La vida no es una tragedia
¡Ojalá lo fuera!
¿Dónde quedaron los dramas tremendos a los que me iba a enfrentar?
¿Los monstruos bicéfalos a los que pasaría por el filo de mi espada? ¿El dolor desgarrador del que brotaría la obra definitiva?
Ahora que estoy preparado, ¿dónde están?
Me sumerjo lentamente en la actitud complaciente de una estanquera franquista en una novela de posguerra... La vida sigue su curso normal, imagino, cuando la normalidad es lo menos normal que hay en el mundo.
Como recuerda Carlos Marzal en Los Reinos de la Casualidad:
"Los años transcurrieron de aquella manera precisa en que nos prometimos, cuando éramos jóvenes, que no transcurrirían nuestros años: sin gloria, sin pausa, sin remedio."
Y me viene a la cabeza el anuncio de 7% T.A.E de ING... Imposible volar con las alas llenas de mierda.