Traducir es sufrir y Cuánto cuesta una mala traducción
Jorge Jiménez, el profesor de la UEM del que os había hablado en la anotación del viernes escribe un interesante artículo titulado “Traducir es sufrir”. Estoy de acuerdo con Jorge, y con Ingrid Cáceres, una de las fuentes que cita, en los inconvenientes que rodean la traducción:
- Falta de reconocimiento social.
- Desconocimiento de la profesión: cualquiera puede “traducir”.
- La elevada competencia y, finalmente, el intrusismo, que provoca el desplome de las tarifas.
Pero como también constatan, la traducción comporta numerosos puntos positivos. Así, la traducción supone una continua labor de superación (uno nunca llega a dominar su lengua materna), de aprendizaje y desarrollo de técnicas de investigación y documentación, que te permiten escribir sobre temas que hasta ese momento desconocías. Aunque también se podría añadir la creatividad, especialmente en determinados tipos de traducciones, que te permite jugar con la lengua y tratar la realidad desde enfoques distintos. No hay que olvidar que estructuramos la realidad a partir del lenguaje (los gruñidos de la tele son un caso aparte), por lo que unas buenas traducciones son imprescindibles para enriquecer nuestra vida y ampliar nuestras "posibilidades", palabra mágica del filósofo José Antonio Marina.
Jorge Jiménez incluye, asimismo, un enlace hacia el artículo divulgativo ¿Cuánto cuesta una mala traducción?, escrito por Celia Rico Pérez, y dirigido especialmente a las empresas que necesitan servicios de traducción.